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21 de enero de 2016

La Alianza del Pacífico y su importancia geoestratégica


La Alianza del Pacífico y su importancia geoestratégica

Martha Ardila

Resumen 
La Alianza del Pacífico y su importancia geoestratégica 

La Alianza del Pacífico presenta un interés geoestratégico para Amé- rica Latina y el Asia Pacífico. Las diversas capacidades de los países miembros le otorga un lugar superior en la jerarquía de poder regional que posibilita convertirse en el puente entre América Latina y el Asia-Pacífico. En ello incide su afinidad ideológica acompañada de pragmatismo y un liderazgo compartido. Las relaciones con los Estados Unidos y el interés de esta potencia por reposesionarse en la región, contribuyen a la visibilidad e interés por este grupo de cooperación, concertación y futura integración.

Abstract 
The Pacific Alliance and its Geostrategic Importance 

The Pacific Alliance represents a point of geostrategic interest for Latin America and Asia Pacific. The various capabilities of its member countries rank it high in the regional power hierarchy, enabling it to act as a bridge between Latin America and Asia Pacific. This is emphasized by its ideological affinity, together with shared pragmatism and leadership. The relations with the United States and the willingness of this power to reposition itself in the region contribute to the visibility and interest in this group of cooperation, dialogue and future integration.

Summario 
A Aliança do Pacífico e sua importância geoestratégica 
A Aliança do Pacífico revela um interesse geoestratégico para a Amé- rica Latina e a região Ásia-Pacífico. As diversas capacidades dos países membros confere à Aliança um lugar de destaque na hierarquia de poder regional, o que lhe possibilita tornar-se a ponte entre a América Latina e a região Ásia-Pacífico. Colabora para isso uma afinidade ideológica acompanhada de pragmatismo e uma liderança compartilhada. As relações com os Estados Unidos e o interesse desta potência em reposicionar-se na região contribuem para a visibilidade deste grupo de cooperação, acordo e futura integração.

Introducción 

A pesar de que todos los miembros de la Alianza del Pacífico (AP) tienen vertiente hacia el Océano Pacífico, su importancia geoestratégica va más allá. Se vincula con la posibilidad de convertirse en el puente latinoamericano de relacionamiento con el Asia Pacífico, al mismo tiempo que es el medio de reacomodo de los Estados Unidos en América Latina.

 Chile, tiene una extensión sobre el Pacífico muy superior a la del Perú, México y Colombia, en su orden, y el interés que los cuatro países tienen en sus regiones hacia el Pacífico, también varía, aunque los cuatro tengan un litoral sobre el Océano Pacífico

. La inserción de Chile constituye una prioridad para su política exterior, una política de Estado con elementos de identidad nacional y de poder marítimo que condiciona su seguridad nacional. Complementariamente, la economía del Perú depende de las exportaciones de harina y aceite de pescado. Por su parte, México desde hace varios años, ha prestado gran atención a su región del Pacífico, muy rica en flora y fauna, donde se ubican centros turísticos como Acapulco, Zihuatanejo, Puerto Vallarta y Manzanillo, entre otros, fomentando el desarrollo portuario y de infraestructura. A diferencia del impulso que tienen en la región del Pacífico estos países, el Pacífico colombiano presenta problemas de seguridad, deficiente infraestructura y bajo desarrollo, siendo la región más golpeada por los grupos alzados en armas y la violencia. Tiene un solo puerto profundo, y vías de comunicación muy precarias. El Producto Interno Bruto (PBI) de los cuatro Departamentos de la región Pacífica es equivalente al 15 por ciento del país.

 La Alianza del Pacífico hace parte de un Nuevo Multilateralismo latinoamericano que muestra la relevancia de los factores externos en la construcción de regímenes internacionales. Sus cuatro miembros son potencias regionales de diverso rango las cuales presentan variados intereses en su participación, tendiendo a un Multilateralismo Cooperativo y a un liderazgo compartido por medio de la Secretaria Pro-tempore que rota anualmente entre los miembros de la Alianza del Pacífico. 

En este sentido, el presente artículo busca dar respuesta a la importancia geopolítica que tiene la Alianza del Pacífico. Para ello examinaremos en primer lugar su configuración y características “autónomas” como región. En segundo lugar, analizaremos el nuevo multilateralismo, la geo-estrategia y la jerarquía de poder dentro de la Alianza del Pacífico. En tercer lugar, observaremos los niveles de cooperación, interdependencia y liderazgo dentro de la misma. Finalmente, plantearemos algunas conclusiones. 

Configuración y ¿autonomía? de la Alianza del Pacífico

 Después de la Guerra Fría, las regiones empiezan a cobrar importancia debido a la dualidad entre la globalización y unipolaridad dado que los “hegemones” carecen de interés por asumir ciertos costos en materia de seguridad y optan por otorgar espacios de autonomía a las regiones (Kelly, 2007). Esto va a permitir que surjan liderazgos regionales y una  nueva configuración de poder regional y jerarquía internacional. Y el declive de los Estados Unidos, así como el auge y crecimiento de países de la región Asia-Pacífico, contribuyeron en este sentido. 

El concepto de región ha venido variando y ya no se mira exclusivamente por sus límites geográficos, sino que tiende a ser socialmente construido, en lo cual la identidad juega un importante papel. Su autonomía podría ser una fase transitoria, de reacomodamiento del sistema internacional, y también del declive de los Estados Unidos. 

Dentro de una tendencia a conformar regiones y subregiones, en América Latina los primeros 10 años del siglo XXI fueron testigo de la creación de grupos como la UNASUR, el ALBA, la CELAC y la Alianza del Pacífico. Algunos de ellos, como el ALBA y la UNASUR, con el liderazgo de Venezuela y Brasil y con un multilateralismo defensivo; pero otros, como la Alianza del Pacífico con un multilateralismo cooperativo y un liderazgo compartido.

 En este contexto, en el 2011 se crea la Alianza del Pacífico integrada por potencias regionales de diferente rango: México, Chile, Perú y Colombia, con el objetivo de avanzar hacia el libre flujo de bienes, capitales, servicios y personas. Se autodefine como un mecanismo de integración económica con el objetivo de impulsar el desarrollo, el crecimiento y la competitividad de las economías y de convertirse en una plataforma de articulación, política, integración económica y comercial con proyección al Asia-Pacífico.

 La Alianza del Pacífico es una región socialmente construida en la que no todos sus países miembros son limítrofes pero a la que sí la unen vínculos ideológicos y de posiciones neoliberales, aperturistas, siendo todos ellos partidarios de un regionalismo abierto. Aunque la conformación de este grupo es muy reciente y resulta temprano hacer un análisis sobre sus resultados, resulta pertinente analizar los diversos intereses que sus miembros tienen en su participación, su relación con Estados Unidos, y eventual acercamiento de Brasil a este grupo de integración y cooperación. 

Los países de la Alianza del Pacífico son cercanos a Estados Unidos, tienen tratados de libre comercio con esta potencia que a su vez ve la Alianza como un medio para reacomodarse en América Latina y hacerle contrapeso a otros grupos regionales y a países como Venezuela. En su conformación, factores externos -como Estados Unidos, globalización, desarrollo y posicionamiento del Asia Pacifico…- y la posición de élites gubernamentales en asocio con el sector empresarial, resultan fundamentales. 

La relación de los países de la AP con Estados Unidos ha sido cercana y se mueve entre dos lógicas: la de la aquiescencia y la de la autonomía (Rusell y Tokatlian, 2013). México y Colombia son los más cercanos a esa potencia. El primero ha experimentado un sostenido crecimiento económico en la última década. Según estudios de Goldman Sachs, para el año 2020 el país azteca estará entre las 6 mayores economías del mundo. Su comercio con Estados Unidos abarca mas del 85% y entre 12 y 16 millones de mexicanos residen en ese país. De esta forma, México resulta estar estrechamente vinculado al devenir de su vecino del norte y, en el plano interior, se encuentra sumido en graves problemas sociales y políticos, de manera tal que posee limitados márgenes de acción para formular una política exterior con mayor nivel de autonomía. 

Algo similar se podría decir de Colombia que, desde la década de los 20 del siglo XX, fomentó un Respice Polum de su política exterior, que posteriormente al finalizar ese siglo, analistas internacionales se refirieron a una “intervención por invitación”, impulsando programas como el Plan Colombia que generó desconfianza en los países vecinos. Durante los últimos años, en el plano económico muestra un buen desempeño y según cifras de la CEPAL, para el período 2015-2017 se proyecta un crecimiento colombiano del 4.7 por ciento (CEPAL, 2015), y otras proyecciones le calculan un crecimiento del 3.5 por ciento.

 Por su parte, Chile y Perú han experimentado en el último lustro unas desgastantes relaciones vecinales tras las respectivas demandas ante La Haya a Chile por parte de sus vecinos, si bien este conflicto no ha escalado más allá de retiros momentáneos de embajadores y agendas paralizadas. A su vez, Chile posee una política exterior estrechamente ligada a la promoción económico-comercial. A partir de la llegada del gobierno de Michelle Bachelet, ha intentado acercarse al resto de los esquemas de integración en un esfuerzo de hacer converger su participación tanto en la Alianza del Pacífico como en el MERCOSUR, con una visión pragmática. Se debe tener presente que Chile posee una clara tradición integracionista contando con importantes personalidades, -Felipe Herrera, Aníbal Pinto, Osvaldo Sunkel, entre otros, que en su época influyeron en los estamentos intelectuales y políticos sobre la necesidad que el país ocupara un rol destacado en su formulación y desarrollo. 

La Alianza del Pacífico presenta una identidad que va más allá de ser países con una vertiente hacia el Mar Pacífico, y los une vínculos ideológicos, un modelo de desarrollo y un creciente interés por fortalecer relaciones más profundas entre ellos y con la región Asia-Pacífico. Su conformación se enmarca dentro de un nuevo multilateralismo latinoamericano. 

Nuevo multilateralismo, geoestrategia y jerarquía de poder en la alianza del pacífico

Asistimos a una nueva arquitectura multilateral y de gobernanza regional, que responde a cambios ocurridos a nivel del escenario regional e internacional y a la búsqueda de un nuevo multilateralismo más diverso, flexible y autónomo, y con la participación de actores no gubernamentales. 

El declive y desinterés de Estados Unidos en América Latina, el florecimiento económico de algunos países del Asia Pacífico, y la búsqueda de nuevos modelos de desarrollo en la región, condujeron a un nuevo multilateralismo y regionalismo, que vincula más estrechamente lo económico con lo político, es más autónomo y ágil, aboga por un nuevo papel del Estado y de la sociedad, y una diversificación de los vínculos internacionales latinoamericanos. Pero, que presenta sus particularidades. 

Referirnos a la integración o unidad latinoamericana resulta utópico debido a la fragmentación de la región. Una América Latina con diferentes modelos de desarrollo y sobre todo diversas concepciones en materia de integración. Hay países como Venezuela y Brasil que se refieren a una integración política como antesala a la económica, otros que descartan la presencia de Estados Unidos, los hay también que utilizan la asociación para ascender en la jerarquía de poder regional, y/o acercarse a América Latina. Es por ello que resultan más viables aquellos grupos integrados por pocos países, aunque no todos ellos sean limítrofes. Y es que hay una tendencia a conformar regiones socialmente construidas. Hoy en día, ésta es algo más que defensa y territorialidad, y se orienta a la asociación con identidades, valores e ideología compartida.

Por otra parte, se observa una crisis del viejo multilateralismo en el que el Estado era el principal actor unitario de las relaciones internacionales y en el que las amenazas a la seguridad eran estatales y se imponía un multilateralismo defensivo que apuntaba a protegerse de otros actores estatales. Era pues, un contexto de Guerra Fría, de bipolaridad entre los Estados Unidos y la antigua Unión Soviética, en el que se crearon organismos multilaterales como la OEA y las mismas Naciones Unidas. Y por ello es que también, estos regímenes internacionales vienen buscando una modernización y adaptación a las nuevas condiciones internacionales e intereses de los países. Pero el sistema internacional fue cambiando. Estados Unidos descendió en la jerarquía de poder mundial y ascendieron países como China e India que buscan acercarse a nuevas regiones, en particular América Latina, buscando materias primas y nuevos aliados para propiciar una multipolaridad. 

De manera simultánea, surgieron actores diferentes al Estado que en muchas ocasiones desempeñan un papel más activo, bien sea en colaboración o confrontación, dando lugar a una diplomacia paralela y a la conformación de nuevos regímenes internacionales. Dentro de ellas, el sector empresarial ha desempeñado un importante papel caracterizado por una diplomacia colaborativa con el Estado y que construye canales múltiples de interconexión con otros países. 

El viejo multilateralismo tuvo su origen en un contexto diferente al actual y entró en crisis porque se le dificultaba afrontar las nuevas amenazas a la seguridad. Enfatizaba más en elementos externos como la presencia e injerencia de Estados Unidos, y de manera estática y reactiva, en su conceptualización; privilegiando lo geográfico –en términos de vecindad- y lo histórico. Por su parte, en el nuevo regionalismo, la escuela crítica enfatiza en elementos vinculados con la coherencia, la identidad y la resolución de conflictos. Se refiere a un regionalismo duro y suave, también poroso (Katzenstein, citado por Kelly, 2007) e interdependiente.

El nuevo multilateralismo como modelo de desarrollo e integración contempla además de los económico y comercial, una agenda social y sectorial en temas como el energético, la infraestructura y el medio ambiente, entre otros, en el que la sociedad constituye un actor de la integración. En este sentido, trata de remediar las fallas de los modelos anteriores y aboga por un mayor contenido político, social y democrático, en el que los actores no gubernamentales desempeñen un importante papel.

 Con esta nueva mirada se busca un proceso de integración y/o de cooperación que una y no fragmente, y sobre todo, que disminuya las diferencias económicas dentro de la región y en cada uno de los países; y que, a su vez, supere la visión netamente estatista de conformación de los grupos de asociación, dándole participación a la sociedad civil, y construyendo vínculos con otras áreas geográficas. 

Es así como podemos diferenciar dos tipos de nuevo multilateralismo. El primero es el postliberal (Serbin, 2012; Sanahuja, 2012; Legler, 2011; Briceño, 2012) que es defensivo, anti hegemónico, estatista y contestatario, que trata de hacerle un contrabalanceo a los Estados Unidos, siendo más político, autónomo y buscando construir nuevas alianzas. El segundo es el liberal que es más comercial, aperturista y con una ubicación geográfica hacia el Pacífico, a diferencia del primero que es andino y caribeño. En el liberal ubicamos la Alianza del Pacífico, que tiene su origen en el Arco del Pacífico latinoamericano, y que varía según su ubicación en la jerarquía de poder regional.

Colombia, Chile, México y Perú hacen parte de la Alianza del Pacífico, creada el 28 de abril de 2011, formalizando su acuerdo el 6 de junio de 2012, con la suscripción del Acuerdo Marco en Paranal, Chile. Estos cuatro países se basan en un modelo de desarrollo aperturista y de regionalismo abierto. México busca hacer contrapeso a la relación estructural con Estados Unidos, mientras que Colombia se acerca tanto al Asia-Pacífico como a países del Pacífico latinoamericano. A su vez los cuatro países le hacen balanceo a Brasil y al ALBA. No cuestionan el ordenamiento internacional, como si lo hace Venezuela y Brasil que se muestran partidarios de la multipolaridad a diferencia de los miembros de la Alianza del Pacífico que son más partidarios de fortalecer relaciones bilaterales en un marco de regionalismo abierto.

Chile tuvo una inserción temprana en la región Asia-Pacífico, a diferencia de Colombia que se interesa de manera tardía (Ardila, 2012). Hace parte de la APEC, y presenta un marco institucional con varios países asiáticos. A su vez, a nivel interno, ha desarrollado en la región del Pacífico, su infraestructura vial y portuaría. México y Perú también se han proyectado hacia el Pacífico e integran la APEC, foro económico al que Colombia no ha ingresado formalmente, pero que integra grupos de trabajo como el energético. México busca equilibrar su relación con Estados Unidos, con un interés hacia esa región desde hace muchos años, al igual que el Perú. 

Chile tiene firmados tratados de libre comercio (TLC) y acuerdos de asociación económica con 51 países: Colombia, 15 TLC que implican casi a una cincuentena de países; y México, 10 TLC con 45 países, buscando fomentar el comercio intrarregional. Para el país azteca, la diplomacia económica constituye uno los pilares de inserción internacional, para lo cual cuenta con el apoyo de la población. A diferencia en los otros tres países, se debate acerca del tipo de modelo e inserción que más conviene, lo cual dificulta su aplicabilidad. 

Durante muchos años, Colombia descuidó su diplomacia económica e institucional, y cerró embajadas en Asia-Pacífico al contrario de lo que hicieron otros países latinoamericanos. Brasil tiene 16 Embajadas, Chile 12, México 11, Perú y Colombia 10. El gobierno de Juan Manuel Santos inició un proceso de reapertura de algunas de ellas como la de Indonesia, Singapur y Tailandia. Hoy en día, los cuatro países comparten oficinas comerciales con Chile en ciudades como Shanghai. Sin embargo, el esfuerzo hasta ahora realizado es insuficiente, y a veces da la impresión de que su interés hacia esta área geográfica es más retórico que real. Colombia carece de una presencia económica e institucional continua y efectiva en esa región. 

Los cuatro países se muestran también partidarios del multilateralismo, buscan una mayor interdependencia y comparte un liderazgo por medio de la Secretaría Pro tempore que pasó recientemente, de México al Perú. Esta identidad los ha llevado a convertirse en el enlace y puente con los países de la región Asiática.

“Interdependencia”, liderazgo y multilateralismo cooperativo

La interdependencia económica y política en América latina es baja, y también lo es entre los países miembros de la Alianza del Pacífico. Sus economías no son complementarias, hay balanzas comerciales deficitarias que preocupan a países como Colombia, y obstáculos vinculados con la deficiente infraestructura y proyectos que dependen del gobernante de turno. La cooperación e interdependencia entre ellos y con otros países, denominado el multilateralismo cooperativo, incluye valores e ideas compartidas, la búsqueda de consenso, y la interacción con diversos actores de la sociedad civil. 

Por otra parte, los países y grupos regionales responden de diferente manera a la inserción multilateral y al liderazgo. Los hay defensivos, confrontacionales y cooperativos. Los miembros de la Alianza del Pacífico buscaron una inserción externa más hacia afuera de Latinoamérica que hacia la misma región, sobre todo porque sus economías no son complementarias. Son cooperativos y en menor medida defensivos. Su mayor potencial se orienta a la construcción de cadenas productivas para insertarse conjuntamente en la economía global. 

Si examinamos la interdependencia y la cooperación, vemos que ha crecido, aunque la tendencia económica y comercial no es similar para todos los países. La interdependencia la podemos clasificar en dos niveles: el primero, el institucional y académico, y el segundo, el económico y comercial.

Lo institucional y académico

Frente al primer nivel, han habido avances muy notorios que conducirán a construir confianza y proponer muchas más acciones conjuntas. La Secretaría Pro Tempore colombiana (junio 2013-junio 2014) lideró la consolidación de la plataforma de movilidad estudiantil con cuatro convocatorias exitosas y 444 becas otorgadas a estudiantes, investigadores y docentes de los países que componen la Alianza del Pacífico. A su vez, firmó un Memorando de Entendimiento sobre vacaciones y trabajo, el cual permite a los jóvenes estudiantes de Chile, Colombia, México y Perú, ingresar como turistas a cualquiera de estos países y efectuar actividades remuneradas en los períodos de vacaciones. 

Con el objetivo de facilitar la movilidad de los ciudadanos de la Alianza del Pacífico, fueron eliminadas las visas de turismo y las visas para empresarios en desarrollo de actividades de negocios no remuneradas, por parte de México y Perú. De manera complementaria se editó la Guía del Viajero de Alianza del Pacífico, dirigida a los viajeros originarios de los cuatro países, la cual contiene datos de interés y recomendaciones útiles como información migratoria, consular y ubicación de embajadas, entre otros. También se impulsó la profundización de la Plataforma de intercambio de comunicación migratoria, que permite el flujo de información en tiempo real entre las autoridades migratorias, de forma tal que se facilite el tránsito entre los cuatro países. 

De igual manera, se fomentó la asistencia consular en aquellos lugares donde no hay representación diplomática o consular de su país de origen, y se identificó el turismo como gran potencial. Para su promoción se elaboró una cartilla con los principales destinos turísticos de la Alianza del Pacífico; se diseñaron paquetes de viaje conjuntos; se realizaron encuentros de operadores turísticos de los países miembros; y se participó de forma conjunta en IMEX (Meetings, Incentives, Conferences and Exhibitions) una de las ferias de turismo de incentivos y reuniones más importantes del mundo. La eliminación de las visas contribuyó en el incremento del turismo intra-Alianza. 

Dándole continuidad a estos proyectos, la Secretaria Pro tempore de México que terminó en julio de 2015, enfatizó en programas de cooperación e intercambio de información. A su vez lanzó la quinta convocatoria del Programa de Becas y la celebración de actividades de cooperación en materia deportiva y cultural. Lo anterior, con la finalidad de generar una agenda en temas prioritarios e identificar las áreas de interés según los cuatro pilares del mecanismo: libre movilidad de personas, bienes y servicios, capitales, y cooperación.

A su vez, se estrecharon vínculos con los 32 países observadores de la Alianza y se fortaleció el diálogo con otros esquemas de integración exitosos como la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ANSEA), el Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico y la Unión Europea. Con ANSEA tuvo un primer acercamiento durante el 69° período ordinario de sesiones de la Asamblea General de Naciones Unidas, en Nueva York, en el mes de septiembre de 2014. El intercambio estudiantil y el involucramiento de los sectores privados fueron identificados como los principales temas de cooperación. También, los cancilleres de la Alianza del Pacífico sostuvieron un primer encuentro en Colombia (noviembre, 2014) con sus homólogos de los países miembros del Mercosur, el cual permitió conocer con mayor detalle las actividades que cada mecanismo desarrolla, información indispensable para diseñar futuros programas de colaboración en áreas de interés mutuo.

Los miembros de la Alianza del Pacífico pretenden interconectar los cuatro países, basándose en un mayor conocimiento y acercamiento con el objetivo de intercambiar experiencias y vincularse de manera conjunta a otras áreas geográficas y grupos regionales. De ahí la eliminación de visados y los intercambios de estudiantes y profesores entre sus países miembros. En este sentido también han cooperado, compartiendo embajadas y oficinas comerciales. A partir de los acuerdos de la Alianza, funcionan sedes diplomáticas compartidas en Ghana (entre los cuatro países), Vietnam (Colombia y Perú), Marruecos (Chile y Colombia), Argelia (Chile y Colombia), Azerbaiyán, (Chile y Colombia), la Misión Diplomática en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico -OCDE- (Chile y Colombia) y en Singapur (Colombia y México).

Lo económico y comercial

En cuanto al segundo nivel, el económico y comercial la interdependencia continua siendo baja aunque ha mejorado. El intercambio comercial entre sus miembros es una situación preocupante. Para Colombia, la balanza comercial con México ha sido desfavorable y tiende a empeorar como lo han manifestado diversos gremios económicos, principalmente los agrícolas. El comercio se concentra en la venta de automóviles con cerca de un 20% y las importaciones son principalmente aceites de petróleo. La balanza comercial es deficitaria para Colombia en más de $5.400 millones de dólares, con una balanza comercial de US$ 7.065.100. El comercio de México se dirige principalmente a Estados Unidos, en más de un 80% y tan sólo el 2.2 % a Latinoamérica y el 1.1% a Colombia. Se teme que el Protocolo Comercial suscrito en febrero de 2014 empore la situación.

En cambio, Colombia presenta balanzas favorables con Chile y Perú. En el 2014 se avanzó en varios proyectos como el energético. La cooperación con estos países resulta fundamental debido a su proyección temprana hacia la región Asia-Pacífico, a su pertenencia a la APEC y OECD, grupos a los que Colombia desea ingresar.

Por otra parte, se viene realizando análisis de la proyección económica de la Alianza. Un estudio del BBVA de junio de 2015 muestra sus potencialidades comerciales no sólo con base en lo que se pueden vender entre sí los países miembros de la Alianza, sino en lo que a mediano y largo plazo se estima que demandaría el mercado mundial. “Hay 97 sectores posibles, entre los que producen bienes intermedios y de capital, y bienes de consumo que se pueden aprovechar. En cada país hay entre 4 y 8 de bienes intermedios y entre 6 y 8 de bienes de consumo”. 

Hay que destacar que para la identificación de los sectores potenciales no se tuvieron en cuenta aquellos que ya manejan cada uno de los cuatro países. En consecuencia, entre las ramas de la economía colombiana no aparecen ni productos minero-energéticos (petróleo, gas, energía), ni agrícolas tales como el café, las flores o el banano. Tampoco se incluyeron las materias primas. Esto, debido a que se trata de un tipo de productos donde los sectores con mayor potencial ya están más identificados: Chile, salmón, frutas, cobre; Colombia con petróleo, hierro, acero, cinc; México con petróleo, y Perú con metales. Deben buscar producir bienes intermedios y de capital, como fungicidas, papel y cartón, maquinaria y material eléctrico, entre otros. También la producción de bienes de consumo, como azúcares y artículos de confitería; perfumería y cosmética; medicamentos y otros productos farmacéuticos. De igual manera, habría margen para desarrollar las líneas de prendas y complementos de vestir; preparaciones alimenticias, incluyendo las que se hacen a base de café; telas, hilados y cuerdas; vehículos y sus partes, y papel y cartón con todas sus manufacturas. 

Desde esa perspectiva, se deben construir ‘cadenas de valor’ que permitan a cada país de la Alianza hacer parte de un engranaje que, al final, convierta a este bloque de naciones en un gran exportador. La expectativa de que la Alianza Pacífico sea un trampolín para impulsar el comercio exterior de los cuatro países se basa, en parte, en los caminos que ya han recorrido. Pero no solo lo comercial sino también otros aspectos como el científico que beneficiaría a toda la región. 

Por otra parte, se destaca el Consejo Empresarial de la Alianza del Pacífico –CEAP, que está conformado por representantes del sector privado designados por los Presidentes de los cuatro países y que promueve el diálogo y la retroalimentación en temas claves entre el Gobierno y el sector privado. 

A su vez, se reconoce que las Pymes son el tipo de empresa prevalente en la Alianza del Pacífico, y por lo tanto, se creó un Grupo Técnico encargado de compartir mejores prácticas para su fomento. Así mismo, se mejoraron los estándares regulatorios para fomentar el comercio y el crecimiento económico y avanzar en la definición de protocolos para el intercambio de información tributaria, bajo los más altos índices internacionales, para fomentar la transparencia de las operaciones que se realizan en economías cada vez más integradas. 

Conscientes del gran potencial que tiene la Alianza del Pacífico en materia de comercio agrícola, se adelantan trabajos encaminados a promover las exportaciones del sector entre nuestros países y frente a terceros mercados. Complementario a estas acciones, se desarrolló un mecanismo para el intercambio de información en materia de insumos agrícolas, el cual permitirá contar con mejores elementos para la toma decisiones que faciliten el acceso de los agricultores. 

Finalmente, vale la pena resaltar el Mercado Integrado Latinoamericano (MILA), compuesto, inicialmente, por las bolsas de valores de los mercados de Perú, Chile y Colombia. Inició operaciones en mayo de 2011 con la finalidad de integrar los mercados de capitales de los tres países, y así, dar a los inversionistas de terceros países una mayor oferta de valores y emisores desde una bolsa unificada. Ésta representa grandes esfuerzos de integración para la Alianza del Pacífico en la búsqueda de una mayor competitividad económica, no sólo en la región sino en el mundo. En agosto de 2014, la Bolsa de Valores de México se adhirió. Con el ingreso del país azteca se sitúa el MILA casi al nivel de Brasil en capitalización bursátil (cantidad de emisión de acciones), configurándolo como el segundo mercado accionario más importante de la región. 

Teniendo en cuenta las anteriores consideraciones, podemos señalar que la Alianza del Pacífico ha conseguido posicionarse como uno de los grupos de mejor rendimiento en el PIB sólo superado por los BRICS y la ANSEA. Esto evidencia la seriedad a la que apunta la organización y la voluntad de sus Estados miembros de constituirse en el puente con la región del Asia-Pacífico para hacer de este reto una realidad exitosa a mediano plazo.

A manera de conclusión

La importancia geoestratégica de la Alianza del Pacífico radica en sus capacidades y posicionamiento en la jerarquía de poder regional y la posibilidad de ser puente de América Latina con el Asia-Pacífico. Las características de sus miembros y el debilitamiento de países que ejercieron un liderazgo regional como Brasil y Venezuela, contribuyen en este sentido. 

En una Latinoamérica fragmentada, muestra más fortalezas que otros grupos regionales, y éstas se enmarcan en su identidad, ideología y relacionamiento con Estados Unidos, aunque varios de ellos presentan un acomodamiento a los intereses norteamericanos, combinando así, elementos ideológicos y pragmáticos. La Alianza hace parte de la transición que traviesa ese nuevo multilateralismo y fomenta un multilateralismo cooperativo, complementario y/o contrario a ese multilateralismo defensivo y hegemónico que abogan otros organismos regionales. 

América Latina muestra un creciente interés por países asiáticos, y a su vez China, India, Corea y Japón han venido aumentando su presencia en América Latina haciéndole un contrapeso a la tradicional hegemonía norteamericana. De ahí el temor estadounidense y su interés por re-acercarse hacia América Latina. Y la Alianza del Pacífico podría ser el medio y la punta de lanza para ese reacomodo. 

Las inversiones asiáticas aumentan, principalmente las chinas, en Brasil, Argentina, Perú y Venezuela. No obstante, se observan obstáculos vinculados con la infraestructura, la educación y la desigualdad, mostrándose diferentes velocidades en la inserción de cada uno de los países de la AP en la región Asia-Pacífico, así como diverso desarrollo en las regiones nacionales con vertiente hacia el Pacífico. 

Con el objetivo de profundizar las relaciones de la Alianza del Pacífico como grupo con el Asia en su conjunto o a nivel bilateral (Alianza país), se debe avanzar en la interdependencia, que si bien a mejorado en el plano comercial, continúa siendo baja, aunque sí han crecido las inversiones de Chile en Perú y Colombia; de México en Chile y Perú, siendo las colombianas más diversificadas. De todas maneras deberá vencerse esa desconfianza que existe entre diversas economías de la AP, bien sea por el tamaño y/o la baja complementariedad. A su vez, a diferencia de otros organismos, existe un gran interés del sector privado de fomentar relaciones comerciales con esa región. 

La fragmentación latinoamericana contribuye a que se fomenten grupos afines, y países que pertenecen a varios organismos dando lugar a nuevos esquemas de cooperación. Este nuevo multilateralismo que se construye, atraviesa una transición en la que la institucionalidad constituye una contradicción, pero también un gran reto. Si queremos que dichos grupos continúen deberán construir instituciones sólidas. 

Colombia es el país mas vulnerable dentro de la Alianza del Pacífico debido a características externas e internas. Su cercanía y alianza con Estados Unidos obstaculizó su presencia y proyección hacia otras áreas geográficas como la asiática. A su vez, su economía se muestra desprotegida frente a otras como la mexicana, y a nivel interno, el bajo desarrollo de la región del Pacífico Colombia y los problemas de seguridad, entre ellos el conflicto interno, dificultan su proyección hacia la región Asia- Pacífico. 

La Alianza del Pacífico también busca fortalecer vínculos y cooperación entre los países que la integran, y con América Latina en general. Durante los últimos años, Chile ha tenido relaciones estrechas con la Nueva Izquierda aunque tuvo vínculos difíciles con los Kirchner, Morales y Chávez oponiéndose al ALBA. Las diferencias con Venezuela llevaron a Chile a oponerse al intervencionismo de ese país, solicitó el retiro del Embajador en Caracas y se opuso a la candidatura de Venezuela al Consejo de Seguridad en la calidad de miembro no permanente (Pérez Llana, 2008). Suramérica no ha sido fácil para Chile, lo ha sido la Unión Europea y Asia-Pacífico. Hoy en día aboga por un acercamiento de la AP a MERCOSUR, lo que permitiría, a su vez, el estrechamiento de vínculos entre México y Brasil.

La nueva correlación de fuerzas, por una parte la nueva izquierda, y por la otra, el liderazgo y los interés de Brasil, llevaron a Chile a buscar nuevos aliados y a profundizar las relaciones con Colombia y México. Con Cuba y Venezuela se dieron diferencias ideológicas apoyando disidentes en Cuba aunque no llegó a darse un enfrentamiento mayor y más directo. Usa a México para hacerle contrapeso a Brasil y al ALBA. También a Colombia y a la Alianza del Pacífico. En este sentido, Chile compite con Brasil y Venezuela, y le hace un contrabalanceo al ALBA, mientras que Colombia coopera con ellos desde el 2010, cuando Juan Manuel Santos llega a la Casa de Nariño. Ambos, tanto Chile como Colombia, fomentan nuevas alianzas y profundizan sus relaciones entre ellos, y con México. La interdependencia entre los miembros de la Alianza ha venido profundizándose, pero aún falta mucho. 

La geopolítica ha sido una variable relevante en los lineamientos internacionales de los cuatro países. Chile y Perú, por su amplia vertiente hacia el Pacífico, han desarrollado una política marítima, concentrando su crecimiento en dichas zonas. En cambio, la región del Pacífico colombiana se encuentra atrasada a pesar de su gran riqueza ecológica, hidrográfica, minera y forestal. Es una zona muy deshabitada con una densidad de 5 habitantes por kilómetro cuadrado. Esta región tiene una participación del 15 por ciento en el PIB nacional, 10 millones de habitantes, un índice de pobreza que supera el 60 por ciento. A eso se suma que el 85% de la población tiene necesidades básicas insatisfechas, el 60% se encuentra en la pobreza absoluta, la cobertura en salud no logra el 30% y alcanza un 50% de analfabetismo. En Buenaventura el 80% de la población pertenece a estratos 1 y 2, según datos de Planeación y DANE. De alguna manera parecería que las diferentes administraciones poca atención le ha prestado al Pacífico colombiano. Y éste es un obstáculo para la inserción de Colombia en una región como la de Asia con un gran significado a nivel del sistema internacional. México teniendo también dos mares, desde los 80 enfatizó en el desarrollo social y económico del Pacífico, donde se encuentran puertos profundos como el de Lázaro Cárdenas y también Manzanillo, Puerto Vallarta y Cabo San Lucas, entre otros.

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El MERCOSUR a 20 años del Protocolo de Ouro Preto: un balance de la dimensión comercial MERCOSUR at 20 years of the "Protocol of Ouro Preto": a balance of its commercial dimension

Julieta Zelicovich *

Resumen
Este artículo realiza un análisis de la dimensión comercial del MERCOSUR. Para ello se distinguen dos niveles: el de la política comercial implementada por los países miembros en sus relaciones hacia el bloque; y el de los flujos del comercio. A 20 años del Protocolo de Ouro Preto, se argumenta que el MERCOSUR, si bien no ha alcanzado los objetivos de un mercado común, ha logrado cimentar las bases de una interdependencia económica. Se observa que en los últimos diez años, a pesar de que la coordinación de políticas hacia la zona de libre comercio y unión aduanera ha sido endeble, los flujos del comercio intrazona han mantenido una relativa estabilidad. El análisis combina elementos cuantitativos y cualitativos en su diseño de investigación y se apoya en fuentes documentales y estadísticas, que permiten presentar argumentos y evidencia empírica que contrastan con las interpretaciones pesimistas del devenir del bloque regional.
Palabras clave: Mercosur; integración regional; Ouro Preto; política comercial; comercio

Abstract
This paper aims to analyse MERCOSUR’s commercial dimension. For that, it distinguishes two levels: the one of the trade policy implemented by the country members towards the regional block, and the one of the trade flows among MECOSUR. 20 years after the Protocol of Ouro Preto, we argue that although MERCO SUR has not achieved the targets of a common market, it has managed to lay the foundations of an economic interdependence. In the last ten years, even though the coordination of the politics towards the free trade area and the custom union have been weak, the trade flows have maintained a relative stability. The research design combines quantitative and qualitative elements, and it is based in documental and statistic’s resources, that allowto present arguments and empirical evidence that contrast against the pessimistic interpretations of the future of the regional bloc.
Keywords: MERCOSUR; Regional Integration; Ouro Preto; comercial policy; trade.
Clasificación/Classification JEL: F150, F130, F59



1. Introducción
El estado de la integración regional en América Latina es un tema de análisis frecuente en la disciplina de las relaciones internacionales. Desde hace algunos años, en estas recurrentes revisitas al tema, por un lado, se ha extendido una interpretación que enfatiza que los procesos de integración en la región se encuentran estancados o en crisis, especialmente en cuanto al cumplimiento de sus objetivos de establecer uniones aduaneras o zonas de libre comercio1. Por otra parte, se ha acentuado la difusión de análisis de los procesos de integración desde la perspectiva del regionalismo "post liberal"2. Como resultado, han primado visiones pesimistas respecto del devenir de bloques regionales como el MERCOSUR; a la vez que se han hecho menos recurrentes los estudios que se centran en la dimensión comercial de la integración.
En ese contexto, este artículo tiene por objetivo realizar un análisis sobre la situación de la dimensión comercial del MERCOSUR, a 20 años de la firma del Protocolo de Ouro Preto. Para ello se propone distinguir dos niveles de análisis: uno el de la política comercial externa, y otro, el de los flujos del comercio. El primero se refiere a las políticas, acciones e instrumentos de la unión aduanera, que cada uno de los Estados Partes del MERCOSUR aplica respecto de ese comercio, y en particular al grado de cooperación existente en ello. El segundo remite a los intercambios de bienes que se realizan entre los países miembros del bloque.
El argumento que se sostiene es que, a lo largo de la última década, mientras que desde la perspectiva de la política comercial el MERCOSUR ha presentado un bajo nivel de coordinación respecto de la unión aduanera; los flujos del comercio se han mantenido relativamente estables; ello, a pesar de las diferencias observadas en la dimensión de coordinación política.
De esta forma, el artículo presenta argumentos y evidencia empírica que contrasta con las lecturas más críticas respecto del estado actual del MERCOSUR. Si bien es cierto que los objetivos del establecimiento de un mercado común están lejos de haberse alcanzado, no puede afirmarse que en materia de relaciones económicas y comerciales el bloque no haya alcanzado una notable interdependencia entre sus países miembros. En efecto, existe una dinámica económica que es preciso reconocer.
El análisis combina elementos cuantitativos y cualitativos en su diseño de investigación, y se apoya en fuentes documentales y estadísticas. Respecto de estas últimas, es preciso notar que, al no disponerse de datos sistematizados y comparables del flujo de comercio de Venezuela en el MERCOSUR, en todos los casos el estudio refiere a los cuatro miembros originarios del bloque: Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay. En la segunda sección se presenta de forma abreviada la evolución del MERCOSUR desde su creación a la actualidad. Seguidamente, se analizan las relaciones de política comercial de los miembros del bloque, enfatizando especialmente el grado de cooperación existente en tres planos: el de la zona de libre comercio, el de la implementación de la unión aduanera y el de las estrategias de negociaciones comerciales externas. En un cuarto apartado se detalla la evolución de los flujos del comercio. Allí se consideran el volumen, la intensidad y la composición del intercambio de bienes. Finalmente, se exponen las conclusiones del análisis.

2. ¿El comercio impulsa a la política, o viceversa? Algunos apuntes sobre esta relación en el origen del MERCOSUR
Los antecedentes del MERCOSUR fueron más bien políticos, antes que económicos y comerciales. A mediados de los años 80, con el regreso de las democracias a la región, los presidentes Raúl Alfonsín y José Sarney se propusieron buscar un mecanismo que terminara con las rivalidades entre Argentina y Brasil, y con la concepción del otro como amenaza, fortaleciendo la paz regional. Una de las vías para lograrlo era la integración regional. El razonamiento que ambos Presidentes esgrimían señalaba que con la democracia era posible avanzar en proyectos comunes en materia de desarrollo industrial, infraestructura energética y cooperación científica; y que dichos emprendimientos cimentarían intereses conjuntos que reasegurarían la paz regional y posibilitarían la inserción de ambos países en el mundo (Alfonsín, 1987; Flores, 2004).
En términos comerciales, el modelo regional era el de la Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI): un modelo de alta flexibilidad, basado en la celebración de acuerdos de alcance parcial y acuerdos de complementación económica entre las partes que eventualmente convergerían entre sí. Dentro de la Asociación, estos últimos acuerdos -los ACE- sostenían como objetivos "promover el máximo aprovechamiento de los factores de la producción, estimular la complementación económica, asegurar condiciones equitativas de competencia, facilitarla concurrencia de los productos al mercado internacional e impulsar el desarrollo equilibrado y armónico de los países miembros", un esquema similar al seguido por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay en su camino hacia el MERCO SUR.
En efecto, en noviembre de 1985 se firmó la Declaración de Iguazú, y en 1986 Argentina y Brasil suscribieron el Acta de Cooperación e Integración Argentino-Brasileña, así como el Programa de Intercambio y Cooperación Económica (PICE), el cual avanzaba en un enfoque sectorial, aunque concentrado en áreas poco sensibles, donde no existía producción doméstica o en los que operaban empresas transnacionales que ya habían ensayado esquemas de división del trabajo (Bouzas y Pagnota, 2003:43)3. Dos años más tarde se firmó el Tratado de Cooperación y Desarrollo, en el cual "por primera vez se institucionalizaba la idea de crear un espacio económico común y generalizado, mediante la remoción de los obstáculos tarifarios y no tarifarios al comercio de bienes y servicios" (Hilliar, 1996:9).
En los años 90, con la consolidación del pensamiento neoliberal entre los gobiernos de la región y la hegemonía del paradigma del regionalismo abierto, se firmaron el Acta de Buenos Aires (1990), el Tratado de Asunción(1991) y el Protocolo de Ouro Preto (1994). En estos documentos se sentaron las bases de la política comercial del MERCOSUR.
El Tratado de Asunción estableció los mecanismos para la constitución de un espacio común a través de la implementación de un cronograma de desgravaciones arancelarias que llegaba al 100% en un período de cuatro años, que debería ser ampliado luego a la categoría de mercado común -objetivo principal del tratado. Complementariamente, el Protocolo de Ouro Preto estableció la estructura institucional del bloque y la subjetividad internacional del MERCO SUR, a la vez que avanzó hacia la creación de una unión aduanera con la aplicación de un arancel externo común. El enfoque sectorial y gradual del PICE fue reemplazado por uno lineal y, para muchos, apresurado o irrealista (Caetano, 2011).
En poco tiempo se generó un espacio de integración de manera acelerada aunque incompleta: elementos constitutivos de un único territorio aduanero como el que se pretendía alcanzar no fueron incorporados al proceso. Entre otros, la armonización de las normativas internas vinculadas al comercio exterior y a la radicación de inversiones, la efectiva coordinación de la política macroeconómica, o bien la reducción de las asimetrías, fueron abordadas de manera acotada y/o tardíamente. Por ejemplo, no existieron mecanismos de coordinación ante las devaluaciones de las monedas; el Fondo para la Convergencia Estructural del MERCOSUR (FOCEM) se volvió operativo en 2006; y recién en 2010 el bloque se dio su propio Código Aduanero -en proceso de ratificación-. La implementación del arancel externo común tuvo cuantiosas excepciones; no se lograron coordinar mecanismos de redistribución de la renta aduanera, ni respecto del doble cobro del arancel, sino hasta 2010, quedando aún pendiente su plena puesta en vigencia4. Asimismo, persistieron divergencias a raíz de las asimetrías en la internalización de las normas y en la jerarquía constitucional del MERCOSUR al interior de cada uno de los países.
Aun con dichos temas pendientes, el MERCOSUR prontamente generó un efecto político y económico entre sus países miembros. En particular, en términos de comercio, "desde 1985 y hasta 1997 la tasa de crecimiento anual del comercio intrarregional fue entre un 15% y un 27% anual, quintuplicando la del comercio extrazona" (Rapoport, 2010:427). El comercio intrazona pasó de ser un 8% a comienzos de los años 90, al 23%, en su valor máximo, en 1998. Con la crisis de la devaluación del Real en 1998 y la crisis argentina de 2001, el comercio intrazona se redujo; y de hecho, cada vez que las economías mayores atravesaron periodos recesivos, la oposición doméstica de los cuatro países hacia el MERCOSUR se incrementó, aunque sin eco entre los gobiernos. La zona se constituyó en un espacio de paz (objetivo primario del gobierno de Alfonsín), y el MERCOSUR en un elemento constitutivo de las políticas exteriores de los gobiernos. Con los años, algunos países de la región se convirtieron en miembros asociados (Chile, Bolivia5, Perú, Ecuador y Colombia) y otros en miembros plenos (Venezuela, aunque en período de transición).

3. La coordinación de la política comercial de los países del MERCOSUR en la última década: una materia pendiente
En su etapa fundacional, el MERCOSUR pretendía ser mucho más que un mercado preferencial para los países miembros. Ambicionaba alcanzar cierto piso de coordinación de políticas, y también ser una plataforma para la inserción de los países miembros en la globalización. Esta coordinación, sin embargo, no llegó a cimentarse. La aceleración que se impuso en la década del 90 fue a costa de la calidad del proceso de integración, dejando tras de sí una agenda de temas pendientes, como se ilustró en el apartado anterior. Los años subsiguientes no lograron compensar ese déficit fundacional. Si bien en la primer década de los 2000 se produjo el nuevo "momento" de convergencias políticas, a raíz del "giro a la izquierda" de los ejecutivos de la región (Dabéne 2004), éste no fue suficiente para revertir esa vacancia. En consecuencia, las divergencias en materia de la política comercial externa se mantuvieron a la orden del día, especialmente a partir del año 2008, al desatarse un contexto externo menos favorable a las economías de la región.
Estas divergencias se manifestaron, en primer término, en el funcionamiento del MERCOSUR como zona de libre comercio, donde se han registrado dificultades en la coordinación de las políticas nacionales y en el cumplimiento de los acuerdos regionales. En efecto, la implementación en el plano nacional de instrumentos de administración del comercio ha condicionado la circulación de los bienes. A pesar de que el Tratado de Asunciónestableció "la libre circulación de bienes, servicios y factores productivos entre los países, a través, entre otros, de la eliminación de los derechos aduaneros y restricciones no arancelarias a la circulación de mercaderías y de cualquier otra medida equivalente", el comercio entre los países del MERCOSUR ha estado afectado por instrumentos que han oficiado como restricciones de esos flujos comerciales.
En particular desde el estallido de la crisis financiera internacional, los países han recurrido a un "nuevo proteccionismo" para "evitar contagios" a partir del comercio, y preservar los mercados nacionales desde una óptica mercantilista. En estas acciones, el comercio de intrazona no ha sido exceptuado, lo que ha evidenciado una falta de coordinación de políticas intrabloque. De acuerdo al Global Trade Alert, pueden observarse entre los estados miembros del MERCOSUR la implementación de barreras no arancelarias entre sí, aun si éstas resultan contrarias a los principios de la zona de libre comercio. Se trata, entre otros, de licencias no automáticas de importación y otras equivalentes; y medidas de defensa de la competencia, tales como salvaguardias, derechos antidumping y medidas compensatorias (Gráfico 2). Estas medidas no han exceptuado a los socios regionales, sino que en su mayoría se han aplicado a las importaciones provenientes de los países más próximos (Duran Lima, Terra y Zaclicever, 2011). Por ejemplo, en los casos de las medidas antidumping,donde se produce una discriminación por origen, cabe notar que en Argentina, Brasil es el segundo mercado al cual se le aplican medidas antidumping, detrás de China (CNCE, 2013).
La implementación de estas medidas refleja un privilegio por los mercados domésticos, que ha derivado en distintas quejas, confrontaciones y reclamos entre los países del bloque; y también en críticas por parte de la sociedad civil respecto de la conveniencia del propio MERCO SUR. Argentina fue el miembro con mayor cantidad de medidas implementadas, y con mayor impacto sobre el comercio. Ello provocó que, por ejemplo, durante las reuniones bilaterales desarrolladas con Brasil en octubre de 2004, mayo y septiembre de 2005, agosto de 2006, febrero de 2007, octubre de 2008, febrero, marzo y noviembre de 2009, mayo y octubre de 2010, y enero y febrero 2011, se incluyeran dentro de la agenda reclamos por parte de Brasil respecto de las licencias no automáticas impuestas por la Argentina. También Uruguay y Paraguay elevaron reclamos al socio argentino. Por su parte, Argentina impuso ante Brasil una controversia ante el "Mecanismo de solución de diferencias" de la OMC por medidas antidumping sobre resinas (2006).
Las respuestas a la crisis mundial fueron, tal como caracterizó el canciller paraguayo, Héctor Lacognata, "medidas proteccionistas unilaterales, sin coordinación regional alguna y con un fuerte carácter restrictivo" (INAI, 2009). Ex post se implementaron mecanismos de consulta a nivel ministerial, por parte de Argentina, plasmados en Comités de Monitoreo Comercial con Brasil (2003), Uruguay (2006) y Paraguay (2010), que buscaron suavizar el impacto de los instrumentos implementados. Así, en vez de buscar la aplicación de los compromisos establecidos en el Tratado de Asunción y en los acuerdos subsiguientes, se privilegiaron las respuestas unilaterales y se destinaron esfuerzos diplomáticos para intentar minimizar el impacto de las trabas impuestas.
En segundo lugar, el funcionamiento del MERCOSUR como una unión aduanera también se ha visto afectado por las dificultades en la coordinación de políticas para el cumplimiento de las normas regionales. Con el paso del tiempo, los pedidos de excepciones desplazaron al funcionamiento normal acordado a partir del Protocolo de Ouro Preto. Conforme analiza Bouzas, "Los miembros no han podido arbitrar sus diferencias de intereses e incentivos y dar origen a trade offs dinámicos que sean aceptables para todas las partes. Ante esta dificultad, la condición para el mantenimiento del compromiso formal con el proyecto de unión aduanera fue, paradójicamente, su no materialización a través de excepciones negociadas y medidas ad hoc" (Bouzas, 2011:83).
En la última década, este razonamiento puede verse reflejado en el funcionamiento de los distintos órganos y comisiones de la estructura institucional del MERCOSUR. Por ejemplo, en la Comisión de Comercio del MERCOSUR (CCM)6 se registraron más medidas de excepción que de acción positiva para la constitución del bloque. El arancel externo común, elemento constitutivo de la unión aduanera, ha sido objeto de modificaciones y perforaciones con cada vez mayor frecuencia. Ello se ha implementado tanto a través de las llamadas "acciones puntuales en el ámbito arancelario por razones de abastecimiento", como también a través de resoluciones del Consejo de Mercado Común7. En el grafico 3 puede verse el incremento de esta tendencia en los últimos años: en 2009 casi el 80% de la labor de la Comisión de Comercio del Mercosur (CCM) se dedicó a abordar casos de excepciones al arancel externo común, mientras que entre 1999 y 2004 tales tareas eran solo el 20 o 30% de las actividades de la CCM.
No solo eso, sino que, tal como evidencian Polonia Ríos y Baptista Maduro, "en 2013 se acentuó el vaciamiento de la agenda económica del MERCOSUR. En ese año, el único tema relevante tratado por el bloque fue el vinculado a las negociaciones Mercosur-UE. Además de esa negociación, la agenda interna del bloque estuvo orientada a cuestiones funcionales y administrativas" (2014:26). En los últimos años, las ampliaciones del bloque hacia nuevos socios, como Venezuela (y posteriormente Bolivia), incorporaron cronogramas de adecuación y flexibilización al arancel externo común. Ello, sumado a los pedidos de excepción de los miembros originarios, no ha hecho más que contribuir a desdibujar la -ya difusa- union aduanera.
Como balance de estos primeros dos puntos puede afirmarse que los intercambios comerciales intrabloque del MERCOSUR no se han visto acompañados por políticas comerciales que respetasen el cumplimiento de los compromisos asumidos a lo largo de los distintos tratados y acuerdos. Menos aún se ha vislumbrado la posibilidad de avanzar hacia una integración productiva que se monte en cadenas de valor regionales8. Las políticas han sido más de "gobiernos" que de "Estado" (Barbosa, 2014); y a través de las distintas preferencias y flexibilidades implementadas puede rastrarse el peso del lobby de los sectores domésticos sensibles que, ante la falta de políticas efectivas de integración productiva o de mediación de las asimetrías, han reclamado mecanismos de protección del comercio del bloque, mayormente traducidos en excepciones a la integración regional.
Un tercer punto en el análisis de las políticas comerciales lo constituye la dimensión externa del bloque. Ésta también se ha visto afectada por las dificultades de coordinación. Tanto el Tratado de Asunción como la misma existencia de un arancel externo común, condicionan la capacidad de los países miembros para sus negociaciones comerciales externas. Sin embargo, la existencia de diferentes estrategias de inserción internacional ha llevado a flexibilizar el abordaje de la agenda externa, con pérdidas de poder relativo para el bloque, tanto en el plano multilateral como en el preferencial.
En la OMC, los países miembros del MERCOSUR actúan formalmente de manera individual y no como bloque regional. En consecuencia, su accionar conjunto ha dependido de los acuerdos intergubernamentales y de los temas abordados en la negociación, según la coyuntura específica. En términos generales, se ha producido cierta coordinación entre las diferentes delegaciones diplomáticas en Ginebra en los temas que fueran de interés para los países del bloque; así como la inclusión de las negociaciones multilaterales como área temática dentro de los organismos del MERCOSUR. Desde el año 2005 los temas de la OMC son abordados dentro del Grupo adhoc de Consulta y Coordinación para las Negociaciones en el ámbito de la OMC y del SGPC (GAH OMC-SGPC)9. No obstante, la capacidad para labrar conductas negociadoras conjuntas en el plano multilateral ha sido acotada y ha dependido más de la voluntad política que de las capacidades institucionales del bloque.
Durante las negociaciones de la Ronda Doha, los países del MERCOSUR actuaron conjuntamente en el Grupo Cairns, y también en el G20, ambas coaliciones agrícolas. Sin embargo, no lograron niveles de coordinación equivalentes en materia de acceso a mercados no agrícolas. El momento de mayor disonancia para el bloque fue en julio de 2008, cuando en el marco de una reunión miniministerial la delegación de Brasil decidió actuar por fuera de lo acordado previamente por el MERCOSUR y aceptar la propuesta del entonces Director General, Pascal Lamy, poniendo en evidencia las limitaciones de los mecanismos de coordinación del bloque para arbitrar las diferencias en el accionar externo (Zelicovich, 2013).
En cuanto a las negociaciones preferenciales con terceros Estados, las revisiones del llamado patrimonio histórico con los socios de la ALADI se desarrollaron entre 1995 y 2004. En muchos casos se aplicaron calendarios diferenciados de reducciones arancelarias y distintas listas de excepciones para cada uno de los países miembros de manera diferenciada, bajo un único paraguas de acuerdo marco. En dicha forma, el bloque actuando conjuntamente terminó trasladando en la relación con terceros países las dificultades de sus asimetrías internas, y no demostró mayor capacidad negociadora que la de sus partes al actuar en forma individual.
En cuanto a las negociaciones extrarregionales, el MERCOSUR logró celebrar acuerdos con socios comerciales poco relevantes. En los últimos diez años firmó acuerdos de libre comercio con Israel y con el South African Custom Union (SACU), y acuerdos de preferencias arancelarias con la India. En los mismos, la lógica predominante ha sido el establecimiento de mínimos coincidentes entre los diferentes intereses nacionales, sobre una base netamente intergubernamental -por oposición a supranacional- (Zelicovich 2009:39). Otras negociaciones claves, como las de MERCOSUR con EEUU y con la Unión Europea, han presentado mayores dificultades para la coordinación externa del bloque, en tanto y en cuanto más cantidad de sectores económicos sensibles de cada uno de los Estados parte se encontraban afectados en estas negociaciones. También ha sido difícil alcanzar la coordinación interbloque en estas negociaciones, debido a los diferentes lugares que estos dos socios comerciales han recibido en las estrategias de inserción internacional de cada uno de los países miembros.
En tanto que la negociación con Estados Unidos ha sido dejada de lado -puede argumentarse que ello ha estado vinculado, entre otros, al desarrollo y fracaso de la iniciativa ALCA y el posterior cambio en la política comercial externa norteamericana-, la negociación MERCOSUR-UE sigue siendo la principal negociación de la agenda externa del MERCOSUR. Las asimetrías entre las partes y las diferencias en las estrategias de inserción de cada uno de los países han dificultado el proceso negociador, y en particular la presentación y discusión de las distintas propuestas negociadoras. Las divergencias en la coordinación intrabloque han sido a su vez utilizadas por la contraparte europea para dilatar el proceso negociador en algunos momentos. Por parte del MERCOSUR, como también por parte de la Unión Europea, el proceso negociador ha estado signado por momentos de dinamismo y -muchos más- momentos de estancamiento. Tras el establecimiento del Acuerdo Marco en 1995, una primer etapa de negociaciones fue de julio 2001 a octubre 2004, cuando las diferencias entre las ofertas de las partes llevaron a un impasse; en 2007 se relanzaron las negociaciones, pero rápidamente fueron dejadas de lado por la crisis; y fueron retomadas tras la conferencia de Madrid de 2010. Los intercambios de ofertas desde entonces, no obstante, no han encontrado los consensos entonces esperados, provocando críticas de sectores empresarios de países como Brasil y Uruguay.
En los últimos meses, el tema que ha ingresado a la agenda externa ha sido el del desafío que plantea al bloque de la Alianza del Pacífico, y de manera indirecta, las negociaciones megarregionales. No se trata tanto de las preferencias arancelarias que se obtengan con la contraparte sudamericana10, sino más bien del tipo de inserción internacional que se plantea. Las miradas críticas sobre las capacidades del MERCOSUR para afrontar la globalización del siglo XXI han ido en ascenso tanto entre sectores empresarios como académicos11, a medida que las negociaciones de acuerdos megarregionales cobraban mayor dimensión y la Alianza del Pacíficoganaba reconocimiento. Las interpretaciones desde la corriente liberal sostienen que el MERCOSUR debería prontamente arribar a un acuerdo con la Unión Europea y de tal manera integrarse a una zona ampliada del Acuerdo Transatlántico (TTIP), de manera semejante a la vinculación de la Alianza del Pacífico con el Acuerdo Transpacífico (TPP). Desde el neodesarrollismo y el estructuralismo, las valoraciones de estos acuerdos son mucho menos promisorias, y en cambio se potencia la preservación y consolidación del mercado regional. Organismos como la CEPAL, por su parte, plantean miradas mucho más optimistas sobre las posibilidades y potencialidades de "convergencia" entre la Alianza del Pacífico y MERCO SUR.
En términos generales, la agenda externa ha tenido menores éxitos de lo esperado: la coordinación ha sido coyuntural, y en los nuevos acuerdos que han podido celebrarse, el volumen de comercio abarcado es bajo. Este desempeño ha estado condicionado por el peso de las variables domésticas de cada uno de los Estados, en contraposición al interés comunitario. Coincidimos con Malamud (2013), quien sostiene que en la actualidad el "MERCOSUR sufre del síndrome de Rashomon: cumple con una función diferente para cada miembro", y ello se refleja en las orientaciones que cada uno de éstos implementa en la formulación de políticas.

4. Los vínculos comerciales en la última década: ¿hasta dónde está lleno el vaso?
Después de 20 años de la firma del Protocolo de Ouro Preto, difícilmente pueda afirmarse que el MERCOSUR se adapta a lo que la teoría económica establece como características de una unión aduanera. Más aun, lejos está de haber alcanzado el pretendido status de mercado común. Como se expuso en el apartado anterior, tanto en las políticas hacia la zona de libre comercio como en las relativas a la unión aduanera y a la agenda externa común, los países miembros del MERCOSUR han mantenido una cooperación limitada, que en la última década condujo en más de una ocasión a reclamos entre las partes. Aun así, desde su origen la creación del MERCOSUR ha implicado el establecimiento de crecientes flujos comerciales. En los últimos años se ha logrado cierta estabilidad, la cual puede interpretarse como un piso de consolidación.
Los procesos de integración tienen su inicio formal con la firma de acuerdos intergubernamentales, pero sólo logran transformarse en realidad cuando son incorporados a la vida de los ciudadanos y empresas de los territorios involucrados. Así, a pesar de las dificultades en la coordinación de políticas entre los gobiernos del MERCOSUR, puede apreciarse en la Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay una "generación" de empresas para las cuales el MERCOSUR es una parte constitutiva de su negocio. Para ello es preciso revisar tres indicadores: el volumen y comportamiento del comercio intrazona; el índice de intensidad del comercio; y la composición de esos flujos comerciales.
4.1El comercio intrazona
Durante la última década, el comercio intrazona ha oscilado entre el 13 y el 16% del total de las exportaciones de los países del MERCOSUR, con un valor promedio del 14% (Cuadro 1). Se observa una expansión suave desde 2003 a 2010. Incluso en 2009, año en el que se contrajo el comercio mundial un 12.2 %, el MERCOSUR mantuvo los niveles previos de comercio intrazona12.
Sólo durante los años 2011 y 2012 se produjo una retracción, que fue compensada en 2013. Comparado con la década anterior (Gráfico 1), el comportamiento de los flujos del comercio intrazona mostró signos de una creciente estabilidad.
Las oscilaciones menores que han sido observadas (años 2007, 2011-2012, 2013) fueron explicadas como una función del nivel de actividad de las economías domésticas. Conforme a los estudios del BID-INTAL, el comercio intrazona del MERCOSUR crece en los ciclos expansivos y se contrae en épocas de crisis (BID INTAL, 2014). Así, mientras la expansión de 2007 puede adjudicarse a altas tasas de crecimiento de las economías, las contracciones de 2011-2012 se siguen del impacto de la crisis financiera internacional en las economías nacionales y de la implementación de medidas de administración del comercio; en tanto que la expansión de 2013 remite a una corrección de la contracción anterior. En su conjunto, estas oscilaciones han sido menores y puede ponderarse el período como uno de relativa estabilidad en la historia del bloque regional.
Esta evolución, sin embargo, no ha sido homogénea entre los miembros del bloque. Al desagregar entre los cuatro miembros originarios del MERCOSUR se observa que, para cada uno de ellos, el comercio intrazona ha tenido una participación diferente, en función de las asimetrías que existen de manera estructural. Como constante a lo largo de la década, el bloque ha sido, en términos comerciales, mucho más importante para Argentina, Uruguay y Paraguay que para Brasil. Por su parte, puede observarse que Uruguay ha diversificado los destinos de sus exportaciones, siendo en 2013 el MERCOSUR menos importante como destino de sus exportaciones de lo que era en 2003. En el caso de Argentina ha ocurrido la tendencia opuesta, en tanto que Paraguay observa importantes fluctuaciones, principalmente debido al peso de la energía eléctrica en el total de sus exportaciones (Gráfico 4).
Estas asimetrías generan distintos efectos en términos de la sensibilidad y vulnerabilidad de las políticas nacionales a los cambios externos. Conforme a la teoría de la interdependencia compleja, la "sensibilidad implica grados de respuesta dentro de una estructura política (¿con qué rapidez los cambios en un país ocasionan cambios, con determinado costo, en otro país y cuál es la magnitud de ese costo?)", mientras que la vulnerabilidad "puede definirse como la desventaja de un actor que continua experimentando costos impuesto por acontecimientos externos aun después de haber modificado las políticas" (Keohane y Nye, 1988). El comercio intrazona genera lazos de sensibilidad en las relaciones de interdependencia entre los miembros del MERCOSUR; sin embargo, a raíz de las asimetrías en la distribución de ese comercio intrazona, Brasil resulta mucho menos vulnerable a los cambios externos que los demás miembros del bloque regional. Este argumento, que se remonta a rasgos que son estructurales del MERCOSUR, puede explicar en parte algunas de las divergencias en materia de cooperación en las relaciones comerciales internacionales de la última década señaladas más arriba, por ejemplo, en cuanto al accionar diferente de Brasil en las negociaciones de la Organización Mundial de Comercio.
En resumen, el comercio intrazona ha mantenido en la última década un comportamiento relativamente estable. La participación de cada uno de los miembros en este comercio ha continuado siendo asimétrica, con mayor grado de integración al bloque por parte de las economías más pequeñas que de Brasil. La estabilidad de los intercambios sostenida a lo largo de la década permite prever que se trata de un piso de funcionamiento del MERCOSUR que podría sostenerse en el mediano plazo, incluso a pesar de que estos niveles se encuentren debajo del potencial13 del bloque, en función de sus indicadores historicos.
4.2. El índice de intensidad del comercio
Otros procesos de integración, como el NAFTA o la UE, presentan niveles de comercio intrarregional mucho mayores que el 14% del MERCOSUR14. Ello ha sido un argumento frecuentemente utilizado por los críticos del bloque regional. Sin embargo, estas críticas omiten el hecho de que una de las razones por la cual este indicador es más bajo que en otras economías es que las economías que integran el MERCOSUR son relativamente más pequeñas y presentan menores niveles de apertura.
El Índice de Intensidad del Comercio (IIC) (Durán Lima y Álvarez, 2011) permite corregir esa distorsión en la medición al ponderar el comercio intrazona con la relevancia del bloque en el comercio mundial. Cuando el valor del índice es mayor (o menor) a la unidad, se constata la existencia de un sesgo geográfico en los intercambios comerciales, en tanto que si el valor es de 1, ello indica una neutralidad o equilibrio. Por su parte, un cambio positivo indica que el comercio entre los socios creció más rápido de lo que cabría esperar en base al cambio en la participación del socio en el comercio mundial (neto de las importaciones del país), y viceversa.
En el caso del MERCOSUR, observamos en la década 2003-2013 valores relativamente elevados del IIC, con un 8.66 promedio. Es decir que las exportaciones de los miembros del MERCOSUR a sus socios intrazona son más relevantes de lo que tales socios son en el mundo. Debe llamarse la atención que, al considerar las variaciones interanuales, lo que surge es que, especialmente desde 2008, la leve baja en el comercio intrazona observada en el apartado anterior (Cuadro 1) ha sido acompañada por una disminución mayor en el Índice de Intensidad del Comercio (Cuadro 2). Esto es, no solo hay una contracción del comercio por un contexto recesivo, sino también una preferencia hacia socios comerciales de extrazona, lo que conlleva una menor intensidad del comercio entre los socios del MERCOSUR. Por ejemplo, desde 2008 en adelante se observa una creciente participación de China como destino de las exportaciones de la región (Cuadro 3), lo que podría indicar una correlación entre la disminución del IIC del MERCOSUR y la presencia del socio asiático.
Si se compara con décadas anteriores, el IIC entre los años 2003 y 2013 exhibe valores más bajos, pero más estables que en la década del 90, donde hubo un importante crecimiento seguido por una caída más acentuada en el periodo 1998-2002 (Durán Lima y Álvarez, 2011). El final del período estudiado muestra mayores niveles de comercio intrazona, pero menor intensidad del comercio.
4.3. La composición del comercio
El tercer elemento que debe incorporarse al análisis de las relaciones comerciales del MERCOSUR es el de la composición del comercio. Los intercambios intrabloque se destacan por presentar una mayor agregación de valor que el resto de las exportaciones de las mismas economías15. No obstante, salvo pocas excepciones, en el comercio de manufacturas de origen industrial predominan los bienes finales por sobre los insumos, lo que indicaría bajos niveles de integración productiva.
Un recuento de los primeros 10 productos comercializados por cada una de las partes hacia la intrazona16muestra que el comercio de Argentina y Brasil hacia la región se concentra en autos y autopartes -tanto importaciones como exportaciones-; Uruguay concentra los primeros 10 productos de importación en dos sectores: vehículos y productos de la cadena alimenticia. Exporta alimentos y productos primarios; vehículos y manufacturas de las industrias del caucho (planchas), química (fungicidas) y hierro (tubos). El principal producto de exportación de Paraguay al resto de la intrazona es la energía eléctrica (60%), mientras que los 9 restantes son todos productos primarios vinculados a la cadena alimenticia. Sus importaciones son combustibles, vehículos, cereales y tabaco.
Las cadenas de valor intrarregionales son aún limitadas, siendo éste uno de los temas pendientes más relevantes del MERCOSUR. Se destaca no obstante la del sector automotriz, que por ejemplo concentró más del 50% del comercio bilateral de Argentina y Brasil en 2014. De manera incipiente, Uruguay también ha orientado su producción hacia la elaboración de insumos para otras industrias de la región, incluida la del sector automotriz.
La agregación de valor de las exportaciones ha crecido en la última década (Cuadro 4). En el caso de Argentina, debe señalarse la creciente participación de los vehículos y autopartes entre los principales productos exportados en 2013, vis a vis, los del año 2003. En el caso de Brasil, también se evidencia una mayor integración de las ventas de vehículos, así como de otras manufacturas de origen industrial (MOI). Asimismo, son un capítulo creciente los combustibles. Para Paraguay, el gran cambio ha estado dado por el incremento en la exportación de energía eléctrica -destinada a la Argentina. Uruguay mantuvo constantes las manufacturas de origen agropecuario (MOA) -lácteos-, pero incrementó sus exportaciones regionales de insumos químicos e industriales, y también vehículos, como se señaló anteriormente.

5. Conclusiones
A 20 años del Protocolo de Ouro Preto, la dimensión comercial del MERCOSUR transita una etapa crítica. Como hemos visto, existen dificultades en la coordinación intrabloque, tanto de las políticas constitutivas de la zona de libre comercio como de la unión aduanera y de su agenda externa. Sin embargo, los flujos del comercio intrarregionales subsisten y se mantienen relativamente estables a pesar de esos desajustes en la coordinación de políticas. De tal forma, como afirmamos a comienzos de este artículo, es preciso reconocer el nivel de interdependencia alcanzado entre los países miembros del MERCOSUR en los últimos tiempos en cuanto a sus relaciones de comercio intrazona. Puede argumentarse incluso que esta interdependencia sea la que haya conducido a que pueda observarse en el análisis una mayor autonomía entre la evolución de los flujos de comercio y la evolución de la coordinación de políticas que la esperada conforme a las interpretaciones predominantes en el área.
A modo de balance, es preciso señalar que los aspectos más positivos del MERCOSUR en cuanto a los intercambios de bienes están dados por el mantenimiento a lo largo de la última década del comercio intrazona, especialmente cuando éste es considerado en relación al peso del bloque regional en el comercio mundial; también es un elemento positivo el crecimiento de la agregación de valor en los bienes objeto del comercio. Por su parte, la persistencia de las asimetrías en la relevancia del bloque para los países miembros, la tendencia del IIC -a la baja- y la preeminencia del intercambio de bienes finales por sobre el intercambio de insumos, indican en cambio un escenario menos optimista respecto de la salud de la dimensión comercial del bloque.
Puede afirmarse entonces que, si bien el MERCOSUR no ha alcanzado los objetivos propuestos, sí ha llegado a establecer, en la última década, un nivel de comercio mínimo estable que indica la existencia de una interdependencia de algunos sectores económicos entre las partes, que difícilmente pueda ser revertida. La unión aduanera sigue siendo una deuda pendiente, difícil de alcanzar, pero el "vaso puede estar medio lleno".

Fecha de recepción: 10 de agosto de 2015
Fecha de aceptación: 12 de octubre de 2015
Notas
• Doctora en Relaciones Internacionales, Universidad Nacional de Rosario, Argentina. Becaria Pos Doctoral del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), Argentina.
Contacto: julieta.zelicovich@fcpolit.unr.edu.ar
1 Debe señalarse que el MERCOSUR encabeza el listado de los casos que se suele considerar dentro de los análisis que toman esta perspectiva. Sin embargo, estas interpretaciones han priorizado las rupturas por sobre las continuidades, así como las dificultades de avance de algunos grandes temas, en vez de la progresión de otros de menor envergadura. Véase Bouzas, Motta Veiga y Ríos (2007) y Cienfuegos y Sanahuja (2010), entre otros.
2 Por ejemplo, Serbin, Martínez y Ramanzini (2012).
3 "Durante este período de poco más de dos años se generaron 24 Protocolos, agrupables bajo cuatro rubros posibles: a) comerciales, b) científico-tecnológicos, c) de infraestructura y d) de articulación estructural.(Hilliar, 1996).
4 Véase Caetano (2011). En 2010 se aprobó la Decisión 10/10 del Consejo del Mercado Común, a través de la cual se aprobaron los "Lineamientos para la implementación de la eliminación del doble cobro del AEC y Distribución de la renta aduanera". Se previó comenzar la puesta en vigor de lo establecido en diferentes etapas, entre 2012 y 2019.
5 A diciembre de 2014, el Estado Plurinacional de Bolivia se encuentra en vías de cumplimentar su proceso de adhesión al MERCOSUR como miembro pleno.
6 La CCM fue creada por la Decisión 009/1994 del MERCOSUR. Allí quedó establecido que es el órgano encargado develar por la aplicación de los instrumentos de política comercial común acordados para el funcionamiento de la unión aduanera, como así también de efectuar el seguimiento y revisión de los temas y materias relacionadas con la política comercial común, el comercio intra-MERCOSUR y con terceros países.
7 Nos referimos, entre otras, a la Decisión CMC 39/11, que autoriza el aumento temporal del arancel externo común hasta el nivel consolidado en la Organización Mundial de Comercio a un listado de hasta 100 productos por parte de cada país, ante desequilibrios comerciales causados por la coyuntura internacional.
8 Debe señalarse que el sector de autos y autopartes es uno de los pocos en los que se observa un desarrollo especial vinculado a la integración productiva, a partir de la existencia del Protocolo adicional al ACE 14. Sin embargo, este protocolo, de carácter provisional, no ha logrado aún ser reemplazado por un tratado de mayor jerarquía. Mientras que en 2013 no pudo acordarse una renovación del acuerdo, en 2014 Argentina y Brasil acordaron una prórroga del status-quo, y no hubo capacidad para dar respuestas comunes a una crisis que las industrias de ambos países compartían en ese momento.
9 Este grupo fue creado como un área específica del Grupo Ad Hoc de relacionamiento externo, constituido en Ouro Preto (1995) como parte del Grupo Mercado Común.
10 Los países del MERCOSUR ya poseen acuerdos con beneficios arancelarios con los países miembros de laAlianza del Pacífico. Mantienen tratados de libre comercio con Chile (1996), Perú (2004) y Colombia (2005), mientras que con México han firmado un Acuerdo Marco (2002).
11 Por ejemplo, Polonia Ríos y Baptista Maduro (2014) plantean que "La unión aduanera del MERCOSUR se aleja a pasos agigantados de los nuevos acuerdos comerciales regionales que se van cristalizando en las diferentes regiones del mundo
12 Sostiene Quijano (2011) que el MERCOSUR se constituyó en un refugio ante la crisis global que permitió que se mantuviera el nivel de actividad, frente a la caída de la participación relativa de las exportaciones industriales hacia el resto del mundo.
13  El índice del comercio intrarregional potencial es "una medida del mayor o menor grado de aprovechamiento de las preferencias intrarregionales que los países se otorgan recíprocamente dentro de una agrupación regional” (Durán Lima y Álvarez, 2011:90), en función de los registros históricos del comercio de los países de la agrupación. En Durán Lima y Lo Turco (2010) se constata que, dentro de la ALADI, para el año 2008 tanto el MERCOSUR como la CAN se encontraban debajo de su comercio intrarregional potencial.
14  El NAFTA y la UE tienen valores promedio de 49% y 59%, respectivamente (OMC, 2013)
15  Conforme a datos de la ALADI, para el año 2013, las manufacturas representaban el 72.7% de las ventas de Argentina al MERCOSUR, pero solo el 33.1 % de las exportaciones de este país al mundo. Para Brasil, los valores son 83.3% en MERCOSUR y 35.9% en las exportaciones totales. En Uruguay, las manufacturas son 56.9% de las ventas al MERCOSUR, pero 23.2% en las totales. Y por último, en el caso de Paraguay, se constata un 8.08% en el MERCOSUR y 11.5% en las totales.
16  Fuente: SICOEX ALADI

Referencias
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